“Aún seguimos aquí”, fue la frase que el expresident Carles Puigdemont pronunció hace un año en el Arc de Triomf de Barcelona, ante miles de personas que esperaban su regreso a Catalunya después de seis años y diez meses. El líder de Junts apareció en el Passeig Lluís Companys, acompañado de la plana mayor de su partido, pronunció un breve discurso y se marchó sin dejar rastro.
Los Mossos d’Esquadra activaron un dispositivo para localizarlo y arrestarlo, conocido como ‘Operación Jaula’, al darse cuenta de que no estaba entre la comitiva que se dirigía al Parlament para la investidura de Salvador Illa. Sin embargo, no lograron detenerlo y dos días después reapareció en Waterloo (Bélgica).
¿Cómo se gestó este fugaz regreso y cómo pudo el expresident eludir los controles policiales? Se ha escrito mucho al respecto, aunque los protagonistas aún no han compartido públicamente los detalles de lo sucedido.
La operación se había estado preparando durante semanas, pero no se puso en marcha hasta el 6 de agosto, dos días antes del pleno. Puigdemont utilizó diversas maniobras de distracción, como ya había hecho en el referéndum del 1 de octubre de 2017, cuando cambió de coche bajo un puente para despistar a las fuerzas de seguridad. En agosto de 2024, también cambió de vehículo poco después de salir de su residencia en Waterloo y entregó sus dispositivos electrónicos a algunos colaboradores para evitar ser rastreado.
Durante esos días, convocó a su círculo más cercano a una cena en Ceret (Francia). Allí se encontraba su coche, así como su móvil y ordenador, pero en ese momento, el expresident ya había cruzado la frontera con otro vehículo, acompañado por Jordi Turull, quien también estuvo incomunicado durante más de 48 horas.
Ambos dirigentes pasaron dos días en un piso cerca del Arc de Triomf y, tras desaparecer del Passeig de Lluís Companys ante la mirada incrédula de miles de personas, se trasladaron a otros dos domicilios, uno en el barrio del Poblenou y otro cerca de La Sagrera, antes de emprender el camino hacia la frontera francesa, que cruzaron por carreteras secundarias.
El momento más crítico para el líder de Junts ocurrió cuando bajó del escenario. Junto a Turull, se subió rápidamente a un coche que lo esperaba a la salida del parking subterráneo, pero un agente de los Mossos de Esquadra los vio. El policía persiguió el coche a pie durante unos metros, pero finalmente los perdió de vista y no pudo informar con precisión sobre el vehículo.
Puigdemont había preparado un vídeo para difundir en caso de ser detenido y su abogado, Gonzalo Boye, llevaba consigo un habeas corpus de 44 páginas para solicitar su libertad. Sin embargo, nada de esto ocurrió, y un año después, el expresident y líder de Junts sigue en la misma situación: esperando que se le aplique definitivamente la ley de amnistía para poder regresar de forma definitiva a Catalunya.
Su futuro judicial está en manos del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), y ya nadie se atreve a predecir una fecha para su resolución.
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